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Cuando el plan estaba saliendo sobre ruedas, uno de los atracadores comete un error. Un error grande. Un descuido provoca que la policía vea su cara. Los agentes consiguen hacer la identificación y el plan empieza a enfrentarse a imprevistos que pueden hacer que todo se vaya al traste. La inspectora Raquel Murillo lo sabe, y lo quiere aprovechar. El Profesor tendrá que exponerse mucho para tratar de atajar esta ventaja que acaba de adquirir la Policía tras el error de uno de los miembros de su banda. El Profesor tendrá que poner en riesgo su propia identidad y verá cómo terminan por encañonarle. Los rehenes, por orden de Berlín, empiezan a cavar un túnel y descubren explosivos suficientes como para derrumbar el edificio. Arturo Román, el jefe de la Fábrica de la Moneda, comprende que van a morir, que nunca saldrán de allí habiéndole visto la cara a los secuestradores: hace cundir la idea entre los rehenes de que primero les harán cavar su salida y después detonarán los explosivos con ellos aún dentro del edificio. Así que, tendrán que comenzar a idear planes de fuga antes de que los maten, lo que pondrá en grave peligro al resto de los rehenes y generará gran inestabilidad dentro de las paredes del edificio: las cosas se tensan entre ladrones y rehenes… y la policía aguarda fuera el más mínimo fallo. |